domingo, 13 de septiembre de 2015

Mi lesiones y yo- 1ª parte

Hoy quiero hablaros de un peaje que tenemos que vivir aquellas personas que decidimos mantenernos en forma haciendo ejercicio o que trabajamos con nuestro cuerpo.
Las lesiones, ay....

Recuerdo mi primera gran lesión fue cuando era bailarina de José Luis Moreno y tenía unos 20 años: si recordáis algunos de sus bailes, estábamos siempre levantando la pierna hasta darnos con ella en la cabeza y en una de estas me hice daño en el músculo femoral.






Sí, era esa bonita época en que las bailarinas enseñábamos el culo.... Seguro que me encontráis en el video (llevo el pelo muy largo y rubio) Haz CLICK en la foto




Pero ya al día siguiente tenía que bailar, en eso los artistas somos muy cabezones, que ya se puede estar cayendo el mundo o nosotros ingresados en urgencias que si al día siguiente hay que grabar un programa o hacer una función en el teatro, allí vamos a estar.

Así es que yo seguí levantándola y levantándola y claro aquello cada vez estaba peor. Además era algo muy interior y era muy difícil localizarlo en los masajes del fisio a los que acudía religiosamente al menos una vez al mes.

Con los meses aprendí a convivir con ese dolor y haciendo algunos truquitos, conseguía que pareciera que levantaba igual la pierna.

Después de eso, unos años después de nuevo en otro programa de José Luis Moreno que grabamos en Vigo, me hice un esguince y os juro que al día siguiente estaba bailando. ¿Cómo?
Me fui a una curandera que me pasó los dedos desde casi los gemelos hasta la parte más baja del talón haciéndome un daño de muerte y me fui de allí andando.
Como quedaban pocos días para acabar las grabaciones pude hacer los bailes haciendo otro truco: ese pie siempre estaba de puntillas, o sea sólo apoyaba la parte de los dedos.

Además de estas dos lesiones, de vez en cuando los abductores me daban problemas, o me salían dolores puntuales por algún baile en el que hubiera pasos muy complejos.
Hasta que tuve el accidente de tráfico en el que perdí a una amiga, una pareja tuvo fracturas varias y yo me rompí una pierna en el año 1.996. Más bien me la destrocé. Además mi pelvis se quedó ligeramente girada y así sigue.

Por mi historial como bailarina, lo en forma que estaba mi cuerpo y lo preparada que estaba mentalmente para una rehabilitación hicieron que en año y medio incluso pudiera volver a bailar aunque fuera en la fila detrás y gracias a todos mis amigos coreógrafos que me dieron una oportunidad los últimos meses de mi carrera.
Debido a la pésima rehabilitación que hice, ya que no encontré a nadie para recuperar mi pierna de bailarina, me acabé provocando la lesión de cintila iliotibial o fascia lata que arrastro desde entonces.
Me costó meses de mucho dolor hasta que pude empezar a bajar cuestas y escaleras.

Cuando unos años después empecé a practicar senderismo, esta lesión volvió a salir y tuve que usar siempre palos para bajar las montañas.
A todo esto NADIE me diagnosticó nunca que fuera la fascia lata, ni con resonancias, ni traumatólogos, ni fisioterapeutas. Raro, raro...

Hasta que hace en enero del año pasado empecé  a practicar running y cuatro meses después casi no puedo acabar mi primera carrera: la carrera de la mujer de Madrid en mayo del 2014.
Dos días después fui a echarme a correr detrás de uno de mis hijos, cuando un dolor horrible empezó en los laterales de ambos talones.
Poco después una fascitis no muy grave.
Empecé a encadenar lesiones y pasé todo el verano con fisios, rehabilitación casera y de paso me hice un estudio de la pisada, tras la que me pusieron unas plantillas que aún uso.
Claro, la fascia dejó de dar señales...

En septiembre empecé en Running Company muy, muy lentamente y todo fue muy bien hasta que una semana antes de la carrera de los bomberos en marzo del 2015, el tendón de Aquiles del pie derecho se sobrecargó, pero pude hacerla... Eso sí, lo pagué bien caro.
Un dolor horrible, horrible que no me permitía ni andar, que hacía que cada vez que uno de los niños me llamaba para que fuera, me echara a temblar...

De nuevo a base de reposo y fisio, logré que fuera desapareciendo.
En mayo empecé de nuevo haciendo CACO, un sistema en el que vas alternando correr y andar hasta que el cuerpo vuelve a estar preparado para correr.

A la vez decidí probar un nuevo tipo de masaje que trataba la reeducación postura y las cadenas musculares intentando arreglar lo de la fascia lata. Me gustó bastante, pero dos meses después de hacerme varios, se m volvió a sobrecargar.
Durante este verano, el del 2015, he corrido organizándome yo solita y además el mes de agosto prácticamente no he podido correr por que no tenía ayuda con los niños.
Ah, bueno, sí. Contraté a mi hijo mayor, Rodrigo media hora al día para que cuidara a los pequeños y así yo hacer un pequeño circuito de tonificación. ¡Todos felices!

Y ahora tal y como os conté el otro día, he contratado a David, mi entrenador a ver si así consigo correr sin lesionarme. Lo primero que hizo fue recomendarme la técnica EPI para la fascia y tras leer un poco sobre ella me gustó que dado que la lesión tenía 18 años a la fuerza había degeneración y la EPI ayuda a regenerar.









Ya llevo 2 sesiones y quiero creer que sí, que va a funcionar por que ya me he hecho de todo y estoy HARTA y esta vez tiene que ser.
El dolor que produce es increíble, pero, bueno, es un dolor positivo, de cura. Además, debido a la antigüedad de la lesión me ponen láser, punciones secas y una cosas que golpea la zona de la lesión con toques.

Para rematar este panorama, por una mezcla de componente genético, más mis 12 años de bailarina haciéndolo en tacones, mi juanetes han crecido demasiado y tengo uno especialmente mal.
Perdón por la foto, que se que los pies de adulto impresionan, ja, ja.







Tengo cita en octubre en una unidad especial de pie por que esto va siempre a peor y ¡sólo tengo 48 años! A ver qué me sugieren.
Me queda mucho por guerrear...

Dentro de seis meses, haré una segunda parte del tema de "mi mundo lesiones en el running", a ver si de verdad las he dejado atrás.

Quizás os preguntaréis cómo me quedan ánimos para querer correr, pero eso ya os lo cuento otro día... por que me quedan.... ¡Y muchos!

Hace falta mucha fuera mental para ser capaz de aguantar esos días en que está totalmente hundido, en el que sabes que la vida está llena de cosas buenas pero tú sólo puedes ver que te duele una parte de tu cuerpo que te impide hacer lo que quieres: correr, bailar, nadar... Y es que cuando un cuerpo y una mente piden ejercicio... ¡es como si te lo gritaran!